martes, 7 de noviembre de 2017

El milagro del perdón



El perdón tiene una capacidad milagrosa de curar.

Cuando somos perdonados, porque recobramos el amor de la persona a la que habíamos ofendido. Porque recobramos nuestra dignidad como personas. Porque podemos empezar de nuevo. Porque el pasado ya no cuenta.
Y de todos los perdones, el perdón de Dios es el más sanador, porque atañe a lo más profundo de nuestro ser y si lo aceptamos, si nos abrimos a su perdón, si hacemos esa experiencia, es camino para perdonarnos incluso aquello que no somos capaces de perdonarnos. Y nos conduce a la Paz, esa Paz que el mundo no puede dar. ¿Cómo hacer esa experiencia? Una aproximación es hacer nuestras las maravillosas experiencias de perdón que se narran en el Evangelio: la mujer adúltera, el hijo pródigo, la mujer pecadora que rompe el frasco y baña los pies y la cabeza de Jesús, el Salmo 32, el Salmo 50, el Salmo 103… Las experiencias de quienes antes que nosotros han experimentado ese perdón, nos puede ayudar a vivirlo por nosotros mismos.

Cuando perdonamos, porque curamos nuestras heridas y cerramos cicatrices. Porque curamos las heridas de la persona con la que estábamos enfadados. Porque descargamos nuestra vida de pesadas afrentas, que pesan como pesadas piedras si nos las quedamos, si nos agarramos a ellas. Guardar las ofensas es guardar algo tóxico en nuestro interior. El espíritu del que guarda las ofensas apenas puede caminar de lo que pesan.

Perdonar es tan necesario como respirar J

Abrazos!

Eduardo



De: Meditación Emaús

Una gota del perfume del perdón
Santo Evangelio según San Mateo 18,21-19,1. Jueves XIX de Tiempo Ordinario
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, enséñame en este día a llevar tu amor. No quiero vivir esta oración para mí sino quiero encontrarme con tu amor que me perdona siempre y no mira la grandeza de mis faltas. Me amas profundamente y quiero aprender amar como Tú lo has hecho conmigo. Quiero estar aquí y ver la historia maravillosa de tu amor en mi vida. Quiero ver todas las veces que he salido de casa, me he perdido, me he manchado y Tú, me has esperado con la mesa puesta y con los brazos abiertos.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 18,21-19,1
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: "Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete".
Entonces Jesús les dijo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contarle al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’ Y el señor encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes si cada cual no perdona de corazón a su hermano". Cuando Jesús terminó de hablar, salió de Galilea y fue a la región de Judea que queda al otro lado del Jordán.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Con los brazos abiertos. Cuántas veces al sentirnos libres abrimos los brazos, podemos decir que es el símbolo de la libertad. Pero si pensamos un poco en ese gesto podemos darnos cuenta de que solamente quien es libre puede recibir a otro. Solamente quien aprende a perdonar se libera de unas cadenas pesadas. Pensemos por un momento en eso que nos puede estar atando. Esas cadenas que puedan estar quitándonos la libertad y la paz. ¡Cuántas noches sin dormir pensando en alguna palabra, tal vez muy pequeña, que me pudo haber ofendido!
Muchas veces el problema lo agrandamos más y nos pesa. Es verdad que en ocasiones es más difícil ya que nuestra confianza ha sido pisada. ¿Qué hacer? Perdón. Es una palabra de seis letras pero que sana el corazón. Es una fragancia que llena las estancias más pobres y más tristes. Es una palabra, en fin, que da vida y libertad.
"Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" Un hombre en una cruz insultado supo decir "te perdono", pero no sólo eso, esa palabra era la fragancia más valiosa porque estaba cargada de amor. Ese amor me sana y me da vida cada vez que pienso que no soy digno. Detrás del "Yo te absuelvo de tus pecados" hay una mirada de amor que da vida a nuestro corazón, que sana, que libera, que da paz. Eseperdón ilumina nuestras vidas e historias. ¿Qué pasaría si no recibiésemos el perdón de Dios?
Y nosotros somos instrumentos del amor para los demás. A veces podemos encontrarnos con personas que pueden sufrir por dentro y nos hacen sufrir por sus acciones. A veces no las comprendemos, pero es importante ir más allá de un acto ofensivo. Mirar como Jesús mira es el ideal del cristiano. Amar, aunque duela y perdonar siempre, es lo que puede cambiar el mundo de hoy. Una mirada que llega al fondo y no se queda en la primera impresión es lo que puede iluminar a mi hermano que puede estar sufriendo.
En esta escena encontramos todo el drama de nuestras relaciones humanas. Cuando estamos nosotros en deuda con los demás, pretendemos la misericordia; en cambio cuando estamos en crédito, invocamos la justicia. Todos hacemos así, todos. Esta no es la reacción del discípulo de Cristo ni puede ser el estilo de vida de los cristianos. Jesús nos enseña a perdonar, y a hacerlo sin límites: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete".
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de agosto de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, o durante la próxima semana, voy a acercarme al sacramento de la reconciliación con una actitud de querer encontrarme con Jesús que sana mi vida y mi corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 2.5 España.