miércoles, 21 de marzo de 2012

El camino del Amor


Domingo V de Cuaresma
Evangelio según San Juan 12,20-33. 
"......Os aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. 
El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna...."


El camino del Amor no es un camino blandito ni fácil.
Es un camino recio, exigente, que nos lleva a sacar lo mejor de nosotros mismos.
"Amaos los unos a los otros como YO os he amado". El amor que pide Jesús no es cualquier amor.
Ni siquiera es el amar al prójimo como a nosotros mismos. 
Jesús pide su amor. El que Él ha sido capaz de vivir. El Amor Total.


Y es un Amor que exige negarse a uno mismo por el otro. Que exige morir (a nuestros deseos, a nuestra vanidad, a nuestros objetivos, a nuestro camino) por Amor al otro, aunque sea el enemigo.


Palabras mayúsculas. "Eso es imposible", como dirían los discípulos. Ciertamente, eso es imposible.... desde el hombre. 

Pero...."Lo que es imposible para el hombre, es posible para Dios". 
Cuando queda patente nuestra incapacidad, es la Hora de Dios. Pero que no quede duda que es Su fuerza en nuestra debilidad. Sin posibilidad para nuestra vanidad y nuestro deseo de ser los dueños, señores y dioses de nuestra vida. "Hazte cauce para que Yo pueda ser torrente", Déjate hacer", "Confía", "Yo te llevo a hombros". La experiencia de fiarse de Dios y abrirle el camino.


Y desde aquí, quizás, la experiencia de la finitud.... que posibilita la experiencia fundante


Un antes y un después en la vida de la persona. Acceso a la libertad gloriosa de los Hijos de Dios: Mi salvación, mi destino, el sentido de mi vida... no se apoya en mis obras ni en mis méritos sino en Su Amor libre y gratuito.
El proceso puede ser algo así:
Experiencia radical de pecado y de finitud > Experiencia de imposibilidad y limitación > Apertura al encuentro con Dios y a fundar la vida en Su Amor y no en nuestras fuerzas > Acceso al encuentro fundante en Dios y la Gracia (paz atemática, libertad de espíritu, liberación de nuestra finitud, no por superación sino por apoyo en Dios)


Hablamos de experiencias, no de conocimientos. Nadie se emborrachó leyendo o estudiando sobre el vino.


La vida y nuestro sentido son cosas demasiado grandes para descansar en nuestras espaldas. Dios las coge... si le dejas. Te puedes imaginar que es un proceso doloroso... como nacer de nuevo. Nacer es un proceso dramático, doloroso... pero lo que viene detrás merece la pena. "Tienes que nacer de nuevo" le decía Jesús al bueno de Nicodemo (Juan 3, 1-8).... y Nicodemo no entendía. Sentía que la verdad le rozaba, que atisbaba algo... pero no entendía. 
"En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu."... carne... Espíritu.... 


En lenguaje bíblico carne y Espíritu no significan lo que hoy entendemos por "carne" y "Espíritu"... Cuando el Evangelio habla de "carne" no se refiere el cuerpo ni a nada carnal. Se refiere a "las posibilidades del hombre desde el hombre" Y cuando dice "Espíritu" se refiere a "las posibilidades del hombre desde Dios", lo que llamamos Gracia. Y las posibilidades del hombre desde Dios son... hasta el infinito y más allá :-)


Besos y abrazos,
Eduardo



ISSN: 1579-6345
ecleSALia 21 de marzo de 2012
  
5 Cuaresma (B) Juan 12, 20-33
EL ATRACTIVO DE JESÚS
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 21/03/12.- Unos peregrinos griegos que han venido a celebrar la Pascua de los judíos se acercan a Felipe con una petición: «Queremos ver a Jesús». No es curiosidad. Es un deseo profundo de conocer el misterio que se encierra en aquel hombre de Dios. También a ellos les puede hacer bien.
A Jesús se le ve preocupado. Dentro de unos días será crucificado. Cuando le comunican el deseo de los peregrinos griegos, pronuncia unas palabras desconcertantes: «Llega la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre». Cuando sea crucificado, todos podrán ver con claridad dónde está su verdadera grandeza y su gloria.
Probablemente nadie le ha entendido nada. Pero Jesús, pensando en la forma de muerte que le espera, insiste: «Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí». ¿Qué es lo que se esconde en el crucificado para que tenga ese poder de atracción? Sólo una cosa: su amor increíble a todos.
El amor es invisible. Sólo lo podemos ver en los gestos, los signos y la entrega de quien nos quiere bien. Por eso, en Jesús crucificado, en su vida entregada hasta la muerte, podemos percibir el amor insondable de Dios. En realidad, sólo empezamos a ser cristianos cuando nos sentimos atraídos por Jesús. Sólo empezamos a entender algo de la fe cuando nos sentimos amados por Dios.
Para explicar la fuerza que se encierra en su muerte en la cruz, Jesús emplea una imagen sencilla que todos podemos entender: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto». Si el grano muere, germina y hace brotar la vida, pero si se encierra en su pequeña envoltura y guarda para sí su energía vital, permanece estéril.
Esta bella imagen nos descubre una ley que atraviesa misteriosamente la vida entera. No es una norma moral. No es una ley impuesta por la religión. Es la dinámica que hace fecunda la vida de quien sufre movido por el amor. Es una idea repetida por Jesús en diversas ocasiones: Quien se agarra egoístamente a su vida, la echa a perder; quien sabe entregarla con generosidad genera más vida.
No es difícil comprobarlo. Quien vive exclusivamente para su bienestar, su dinero, su éxito o seguridad, termina viviendo una vida mediocre y estéril: su paso por este mundo no hace la vida más humana. Quien se arriesga a vivir en actitud abierta y generosa, difunde vida, irradia alegría, ayuda a vivir. No hay una manera más apasionante de vivir que hacer la vida de los demás más humana y llevadera. ¿Cómo podremos seguir a Jesús si no nos sentimos atraídos por su estilo de vida? (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).




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