miércoles, 20 de abril de 2011

del Amor hablamos

Esta Semana Santa voy a intentar quedarme desnudo. Desnudo de mis justificaciones, de mis méritos, de mis culpas, de mis derechos adquiridos, de mis pretensiones de ser bueno y justo. Desnudo y libre de ataduras ante el Amor. 


Jesús es crucificado. El proyecto, la Palabra definitiva de Dios al hombre es crucificada por el hombre. 
Qué puedo decir? Qué puedo añadir? Miro mi vida y constato mi cerrazón y mi incapacidad de estar a su altura. Puedo intentar engañarme, puedo intentar jugar a ser bueno... o puedo ser lúcido y constatar que no llego... y que no hace falta llegar. El regalo de los regalos es conocer el Amor de Dios, el manantial del que Jesús habló que nos lleva a la vida eterna. Único lugar para el Perdón definitivo e insondable. Único lugar la Paz que el mundo no puede dar. No es un sueño, no es un sucedáneo, no es un paliativo. Es el Amor. Y es gracia de Dios conocerlo, porque es un regalo para el que no podemos hacer nada para conseguirlo, excepto pedirlo y agrandar el corazón para poder recibirlo.


Dos textos que dan pistas para preparar el camino:


Algunos lo llaman experiencia fundante. (Javier Garrido, "Seguir a Jesús en la vida ordinaria". Ed. VD)






Otros lo llaman Escándalo y Locura.


Besos y abrazos y feliz Pascua!


Eduardo



ISSN: 1579-6345
ecleSALia 13 de abril de 2011

Domingo de Ramos (A) Mateo 26, 14-27,66
ESCÁNDALO Y LOCURA
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 13/04/11.- Los primeros cristianos lo sabían. Su fe en un Dios crucificado sólo podía ser considerada como un escándalo y una locura. ¿A quién se le había ocurrido decir algo tan absurdo y horrendo de Dios? Nunca religión alguna se ha atrevido a confesar algo semejante.
Ciertamente, lo primero que todos descubrimos en el crucificado del Gólgota, torturado injustamente hasta la muerte por las autoridades religiosas y el poder político, es la fuerza destructora del mal, la crueldad del odio y el fanatismo de la mentira. Pero ahí precisamente, en esa víctima inocente, los seguidores de Jesús vemos a Dios identificado con todas las víctimas de todos los tiempos.
Despojado de todo poder dominador, de toda belleza estética, de todo éxito político y toda aureola religiosa, Dios se nos revela, en lo más puro e insondable de su misterio, como amor y sólo amor. No existe ni existirá nunca un Dios frío, apático e indiferente. Sólo un Dios que padece con nosotros, sufre nuestros sufrimientos y muere nuestra muerte.
Este Dios crucificado no es un Dios poderoso y controlador, que trata de someter a sus hijos e hijas buscando siempre su gloria y honor. Es un Dios humilde y paciente, que respeta hasta el final la libertad del ser humano, aunque nosotros abusemos una y otra vez de su amor. Prefiere ser víctima de sus criaturas antes que verdugo.
Este Dios crucificado no es el Dios justiciero, resentido y vengativo que todavía sigue turbando la conciencia de no pocos creyentes. Desde la cruz, Dios no responde al mal con el mal. "En Cristo está Dios, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino reconciliando al mundo consigo" (2 Corintios 5,19). Mientras nosotros hablamos de méritos, culpas o derechos adquiridos, Dios nos está acogiendo a todos con su amor insondable y su perdón.
Este Dios crucificado se revela hoy en todas las víctimas inocentes. Está en la cruz del Calvario y está en todas las cruces donde sufren y mueren los más inocentes: los niños hambrientos y las mujeres maltratadas, los torturados por los verdugos del poder, los explotados por nuestro bienestar, los olvidados por nuestra religión.
Los cristianos seguimos celebrando al Dios crucificado, para no olvidar nunca el "amor loco" de Dios a la humanidad y para mantener vivo el recuerdo de todos los crucificados. Es un escándalo y una locura. Sin embargo, para quienes seguimos a Jesús y creemos en el misterio redentor que se encierra en su muerte, es la fuerza que sostiene nuestra esperanza y nuestra lucha por un mundo más humano. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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