Por un lado, no me convence el estilo superstar de la visita, tan alejado del estilo manso, sencillo y humilde de Jesús. Tampoco me convence el gasto del acontecimiento, habiendo gastos muchos más urgentes y a mi entender queridos por Dios (hambre, pobreza, marginación...).
Por otro lado, me supera mi capacidad de juicio entrever las consecuencias del acto. No sé si con estos 100 millones de gastos, Dios encontrará el camino para llegar y suscitar, entre el millón de peregrinos, 10, 100 o 1.000 personas que se comprometan a entregar su vida por un mundo mejor....y eso merezca la pena.
Sí se me hace patente que gracias a este acontecimiento, muchas personas se han podido encontrar en su fe y en ese encuentro, crecer, conocer, abrir caminos, profundizar.... celebrar!!!
A mí me ha rozado esta celebración y este encuentro. No ha sido en Madrid. Ha sido en Zaragoza, donde vivo. El jueves pasé por la Plaza del Pilar. Mi casa está cerca. Al llegar, a eso de las 11:30 de la noche, oí unos cantos suaves... Intrigado, me acerqué a donde se producían... y me sorprendí inmerso en una marea feliz de peregrinos que comenzaban a cantar y a bailar... a celebrar en comunidad su fe y su saberse amados hasta el fondo (al final, esto es lo que siempre celebramos:-).
Besos y abrazos
Eduardo
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