domingo, 11 de diciembre de 2011

Liberación

Dios es fiel y cumple siempre sus promesas.
Y lo hace mediante hechos liberadores.
La liberación desinstala, mueve, rompe, cambia.
La liberación es un riesgo.
Que se lo pregunten al pueblo de Israel, que cometió la temeridad de pedirle ayuda para que lo sacara de la esclavitud de Egipto.... y Dios actuó. Y Dios no se anda con medias tintas.
Dios prometió la tierra prometida y lo cumplió. Pero el camino pasaba por el desierto, la sed, la carestía, la pobreza, la duda, la confianza.... Y en ese camino aprendió a recibir la tierra prometida.
Y resultó que el camino hacia la tierra prometida fue lo que posibilitó la tierra prometida.
El camino hacia la tierra prometida  contiene ya la tierra prometida, porque nuestra transformación es el mejor resultado del viaje.
Si das entrada a Dios en tu vida, si aceptas entrar en sus caminos, prepárate para lo mejor, porque lo mejor va a suceder.
Lo mejor no es lo más cómodo. Lo mejor para Dios no coincide con lo mejor para el hombre común.
Lo mejor para Dios es sacar al mejor tú posible. Lo mejor para Dios es entrar en caminos de liberación. Uno sabe como empieza, pero no sabe a dónde le va a llevar.
Caminar con Dios es la aventura de la vida. Porque le das el mando de tu vida, te pones en sus manos.... y que sea lo que Dios quiera.
Y Dios no ha defraudado a nadie. Tampoco a nadie le ha llevado a dónde quería llegar. Sus caminos no son nuestros caminos. Son mucho mejores. Su Sueño para nosotros supera nuestro sueño, nuestro deseo egoísta, nuestro proyecto narcisista y nos lleva a las tierras de la libertad de los Hijos de Dios.

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