viernes, 8 de febrero de 2013

Pescadores


Este domingo el evangelio nos habla de la eficacia.
De cuando nuestros afanes dependen de nosotros o los entregamos a la iniciativa de Dios.

El resultado está en sus manos. Podemos hacernos cauce, pero Él es el torrente.

Él tiene la capacidad de lograr una pesca milagrosa.
O a veces no. A veces las pesca es como siempre, pequeñita y humilde.
Pero sabemos que hacemos su Voluntad, que hacemos lo que hay que hacer, y el éxito o el fracaso es un tema menor. El Amor no sabe de resultados.
Y confiando confiando, vamos andando. y un día, nos sorprendemos al ver un fruto inesperado y desproporcionado. Es el Amor, que tampoco calcula.
Es Dios que a veces sobrepasa nuestros esfuerzos y los convierte en pesca milagrosa.

Besos y abrazos,

Eduardo


ISSN: 1579-6345
ecleSALia 6 de febrero de 2013
"PREMIO ALANDAR 2011"
5 Tiempo ordinario (C) Lucas 5, 1-11
LA FUERZA DEL EVANGELIO
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
ECLESALIA, 06/02/13.- El episodio de una pesca sorprendente e inesperada en el lago de Galilea ha sido redactado por el evangelista Lucas para infundir aliento a la Iglesia cuando experimenta que todos sus
esfuerzos por comunicar su mensaje fracasan. Lo que se nos dice es muy claro: hemos de poner nuestra esperanza en la fuerza y el atractivo del Evangelio.
El relato comienza con una escena insólita. Jesús está de pie a orillas del lago, y "la gente se va agolpando a su alrededor para oír la Palabra de Dios". No vienen movidos por la curiosidad. No se acercan para ver prodigios. Solo quieren escuchar de Jesús la Palabra de Dios.
No es sábado. No están congregados en la cercana sinagoga de Cafarnaún para oír las lecturas que se leen al pueblo a lo largo del año. No han subido a Jerusalén a escuchar a los sacerdotes del Templo. Lo que les atrae tanto es el Evangelio del Profeta Jesús, rechazado por los vecinos de Nazaret.
También la escena de la pesca es insólita. Cuando de noche, en el tiempo más favorable para pescar, Pedro y sus compañeros trabajan por su cuenta, no obtienen resultado alguno. Cuando, ya de día, echan las redes confiando solo en la Palabra de Jesús que orienta su trabajo, se produce una pesca abundante, en contra de todas sus expectativas.
En el trasfondo de los datos que hacen cada vez más patente la crisis del cristianismo entre nosotros, hay un hecho innegable: la Iglesia está perdiendo de modo imparable el poder de atracción y la credibilidad que tenía hace solo unos años. 
Los cristianos venimos experimentando que nuestra capacidad para transmitir la fe a las nuevas generaciones es cada vez menor. No han faltado esfuerzos e iniciativas. Pero, al parecer, no se trata solo ni primordialmente de inventar nuevas estrategias.
Ha llegado el momento de recordar que en el Evangelio de Jesús hay una fuerza de atracción que no hay en nosotros. Esta es la pregunta más decisiva: ¿Seguimos "haciendo cosas" desde un Iglesia que va perdiendo atractivo y credibilidad, o ponemos todas nuestras energías en recuperar el Evangelio como la única fuerza capaz de engendrar fe en los hombres y mujeres de hoy?
¿No hemos de poner el Evangelio en el primer plano de todo?. Lo más importante en estos momentos críticos no son las doctrinas elaboradas a lo largo de los siglos, sino la vida y la persona de Jesús. Lo decisivo no es que la gente venga a tomar parte en nuestras cosas sino que puedan entrar en contacto con él. La fe cristiana solo se despierta cuando las personas descubren el fuego de Jesús. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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