domingo, 17 de marzo de 2013

La mujer adúltera

El evangelio de este domingo narra el encuentro de Jesús con la mujer adúltera, reflejo también de nosotros y nuestra infidelidad a Dios, a lo que creemos, a nuestra coherencia....


En el Evangelio hay textos que por alguna razón nos tocan en lo profundo y se convierten en textos nucleares, textos a los que uno vuelve una y otra vez. Para mí este es uno de esos textos. 

Este encuentro tiene muchas lecturas y matices. 

Uno puede meditar sobre la verdad que ilumina Jesús en este pasaje, cuando nos hace enfrentarnos a la realidad última de nuestro ser y nuestra finitud: 
"El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Jesús desvela nuestra realidad pecadora y pasamos de verdugos a culpables. La consciencia radical de sabernos pecadores e incapaces del amor gratuito y de sostenernos en nuestras obras. ¿Desesperación? Al contrario. Descubrimiento del pecado y de nuestra finitud como lugar de encuentro privilegiado con Dios y su amor gratuito. Lugar de apertura a la vida desde la gracia y a la reconciliación desde el Amor que todo lo puede. Yo no tengo nada que decir en mi salvación o en mi ser justo ante Dios. Todo es regalo y Don. Mi vida puede cambiar de ser vivida desde la exigencia de estar a la altura... a ser vivida desde la gratitud de saberme amado y YA salvado. Mis obras no nacen desde la exigencia sino desde la gratitud que nada busca ya. Y este cambio es regalo, es gracia de Dios que sólo cabe pedir y aprender a recibir. 

También cabe pararse en el momento en que se quedan a solas Jesús y la mujer, en pie y sola ante Él, su vida en manos de Jesús... Espera la condena o la salvación. Y la reacción de Jesús es inigualable. "Mujer, ¿dónde están? ¿ninguno se ha atrevido a condenarte?" La mujer contestó: "ninguno Señor".  Y Jesús le dice: "Tampoco y te condeno. Vete y no vuelvas a pecar". 
Hoy me he quedado meditando esta última frase de Jesús. "Vete y no vuelvas a pecar"  ¿Es condición para el perdón? Menuda losa sobre las espaldas de la mujer. Y no es coherente con el evangelio del domingo pasado del hijo pródigo. En ese encuentro del padre y el hijo que vuelve, no hay condiciones para el perdón del padre. Sólo alegría porque el hijo muerto ha vuelto a la vida. 
Creo que aquí pasa lo mismo. Jesús le da el paso a esta mujer de la muerte a la vida en todos los sentidos. Porque le perdona y le salva la vida pero también porque le abre la oportunidad de pasar de una vida muerta, oscura y dolorosa a una vida reconciliada, plena y con sentido. Y el camino es pasar del pecado a la vida justa. De la oscuridad a la luz. "Vete y no vuelvas a pecar", pero no como condición para ser perdonados. "Vete y no vuelvas a pecar" porque Dios nos quiere de vuelta a la vida en plenitud. Porque nos ama y nos quiere de vuelta en casa, junto a Él.

Os adjunto el comentario de Javier Garrido a este quinto domingo de Cuaresma.

Besos y abrazos,

Eduardo





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