domingo, 30 de marzo de 2014

Jesús encuentra

El evangelio de este domingo es un paradigma del actuar y del ser de Jesús. Todo en este texto sabe a libertad y a esperanza.

El texto está jalonado de momentos desbordantes:

"Al pasar Jesús, vio a un ciego de nacimiento, sentado al borde del camino"
El ciego está al borde del camino, fuera de circulación, fuera de los caminantes. La vida ha pasado por él, y se ha quedado fuera. Es un excluido, una persona que no cuenta y con la que no se cuenta. Fuera queda mucha gente; algunos para siempre: inmigrantes, prostitutas, transeúntes.... algunos ocasionalmente, cuando sentimos que la vida nos ha dejado tirados... En él se fija Jesús. Jesús tiene una mirada para los que se han quedado al borde del camino. 

"Maestro, quien pecó para que este naciera ciego, él o sus padres?"
En la cultura judía,
la desgracia era consecuencia del pecado. Si una persona era ciega de nacimiento, leprosa, paralítica... además del daño físico, acarreaba una condición de persona impura, pecadora. Si tenía esa desgracia, era porque había pecado.  
Para esta persona se había cerrado el futuro. No tenía esperanza. Estaba condenado y no podía hacer nada. Y es esta situación la que Jesús viene a romper y a desenmascarar. Por eso eran tan provocativas las curaciones de Jesús, porque rompían el orden establecido. Por eso eran tan transformadoras para las personas curadas. Porque de pronto, al desaparecer su mal, su futuro se abría, volvían a entrar en la sociedad, volvían a recuperar la dignidad. 
Volvían a ser personas. 
Jesús tiene esa capacidad. En nuestras vidas hay muchas situaciones que nos esclavizan nos oprimen, nos atan, rebajan nuestra posibilidad como personas. El pecado, el mal, tiene esa capacidad. Oscurece nuestro destino y puede atraparnos en una red cada vez más dura. Jesús puede romper esta situación.
¿Cómo? Con un encuentro. Pero no un encuentro con unas ideas, unos dogmas, ni tan siquiera con unas prácticas religiosas... Con un encuentro personal con Jesús, vivo, resucitado y actuante en mi vida. Si te has encontrado con Él, si has confiado en Él y le has abierto tu vida, sabes de qué hablo. Es una fuerza misteriosa, que sopla donde quiere y no sabes a donde te lleva, porque su acción supera las expectativas. Si has confiado en Él y le has abierto tu vida, si le has dejado actuar y no has preguntado, simplemente, has pedido y has confiado... sabes que nunca falla. Es el Señor de la vida, que ha venido a liberar a los oprimidos y a dar la vista a los ciegos. Su capacidad de transfomar nuestras vidas es real y misteriosa. Nos lleva más allá de dónde habíamos planeado y calculado. Crea vida donde había muerte y luz donde había tinieblas. Restaura los espíritus quebrantados.

"Los fariseos le replicaron: tú eres puro pecado desde que naciste ¿cómo pretendes darnos lecciones? Y lo echaron fuera. Supo Jesús que lo habían echado fuera y fue a buscarlo"
El contraste entre los fariseos y Jesús es radical. Unos cierran la vida, la posibilidad de cambio, cierran la esperanza, aferrados a sus fundamentalismos, su suficiencia y sus prejuicios. No le dan a la persona la posibilidad de cambiar y renacer.
La actitud de Jesús es asombrosa. Llena de detalle, de cuidado, de atención por la persona. Fue a buscarlo. Ya le había curado, pero seguía excluido. La salvación que quiere Jesús es total. Del daño físico y de nuestra dignidad como personas. Fue a buscarlo. Está buscándonos. Empeñado en curarnos. Empeñado en encontrarse con nosotros. Pero cómo me encuentro con ÉL?

"Supo Jesús que lo habían echado fuera y fue a buscarlo. Y cuando lo encontró, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del Hombre". Él contestó: ¿Y quién es Señor, para que yo crea en él? Jesús le dijo: Ya lo has visto; el que está aquí, a tu lado, hablando contigo; ese es"

Ya lo has visto. Aquí, a tu lado. Hablando contigo.

Aunque nos sorprenda, todo empieza por creer.

Besos y abrazos,
Eduardo.


4 Cuaresma (A) Juan 9,1- 41
PARA EXCLUÍDOS
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 26/03/14.-  Es ciego de nacimiento. Ni él ni sus padres tienen culpa alguna, pero su destino quedará marcado para siempre. La gente lo mira como un pecador castigado por Dios. Los discípulos de Jesús le preguntan si el pecado es del ciego o de sus padres.

Jesús lo mira de manera diferente. Desde que lo ha visto, solo piensa en rescatarlo de aquella vida desgraciada de mendigo, despreciado por todos como pecador. Él se siente llamado por Dios a defender, acoger y curar precisamente a los que viven excluidos y humillados.

Después de una curación trabajosa en la que también él ha tenido que colaborar con Jesús, el ciego descubre por vez primera la luz. El encuentro con Jesús ha cambiado su vida. Por fin podrá disfrutar de una vida digna, sin temor a avergonzarse ante nadie.

Se equivoca. Los dirigentes religiosos se sienten obligados a controlar la pureza de la religión. Ellos saben quién no es pecador y quién está en pecado. Ellos decidirán sipuede ser aceptado en la comunidad religiosa.

El mendigo curado confiesa abiertamente que ha sido Jesús quien se le ha acercado y lo ha curado, pero los fariseos lo rechazan irritados: “Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador”. El hombre insiste en defender a Jesús: es un profeta, viene de Dios. Los fariseos no lo pueden aguantar: “Empecatado naciste de pies a cabeza y, ¿tú nos vas a dar lecciones a nosotros?”.

El evangelista dice que, “cuando Jesús oyó que lo habían expulsado, fue a encontrarse con él”. El diálogo es breve. Cuando Jesús le pregunta si cree en el Mesías, el expulsado dice: “Y, ¿quién es, Señor, para que crea en él?”. Jesús le responde conmovido: No esta lejos de ti. “Lo estás viendo; el que te está hablando, ese es”. El mendigo le dice: “Creo, Señor”.

Así es Jesús. Él viene siempre al encuentro de aquellos que no son acogidos oficialmente por la religión. No abandona a quienes lo buscan y lo aman aunque sean excluidos de las comunidades e instituciones religiosas. Los que no tienen sitio en nuestras iglesias tienen un lugar privilegiado en su corazón.

¿Quien llevará hoy este mensaje de Jesús hasta esos colectivos que, en cualquier momento, escuchan condenas públicas injustas de dirigentes religiosos ciegos; que se acercan a las celebraciones cristianas con temor a ser reconocidos; que no pueden comulgar con paz en nuestras eucaristías; que se ven obligados a vivir su fe en Jesús en el silencio de su corazón, casi de manera secreta y clandestina? Amigos y amigas desconocidos, no lo olvidéis: cuando los cristianos os rechazamos, Jesús os está acogiendo.(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 2.5 España.