Catequesis maravillosa de un ejemplo de encuentro y
llamada de Jesus. Cuenta el caso de Pedro y sus compañeros y puede contar
también nuestro caso.
Pedro y sus compañeros son simples pescadores. Y el
Señor, casualmente, los encuentra y les pide su barca para poder predicar a la
multitud. Es Jesús quien toma la iniciativa y sorprende a la persona. Es la
persona la que acoge la llamada, confía y pone su disponibilidad.
Tras la misión de predicar, una nueva petición.
"Echad las redes de nuevo". Y la persona, de nuevo, confía frente a las
apariencias que invitan al desánimo. "Señor, estamos estado bregando toda la
noche sin resultado, pero porque tú lo dices, lo haremos"
Palabras poderosas y que resuenan en nuestra propia
experiencia: estar toda la noche trabajando, sin resultado. Cada uno en nuestra
noche, cada uno en nuestra faena. Y muchas veces no vemos el resultado. Pero
ante todo, la esperanza del cristiano, clave de nuestra vida. Esperamos, porque
tenemos experiencia de que nuestra esperanza tiene fundamento. Antes lo hemos
probado. Probablemente, el fruto de nuestra esperanza no fue el esperado o el
deseado, pero Dios acudió en nuestro auxilio y sus planes no fueron nuestros
planes. Fueron mejores.
Pedro no tenía experiencia previa de Jesus y sin
embargo confió y echó las redes.
El resultado lo conocemos y la pesca desbordó sus
expectativas, sus deseos y sus horizontes. A partir de este acontecimiento
refundó su vida, la resituó y vivió fundado en Jesús.
Estamos en misión y Dios cuenta
con nosotros. Estamos en misión, pero el
cristiano se sabe actuado por Dios. Por eso sabe que puede hacer mucho más que sus meras capacidades. Esto es la Gracia, las posibilidades del hombre
desde Dios (hasta el infinito y más allá), frente a la Carne, las
posibilidades del hombre desde el hombre.
Así pues, el carisma y la misión
tienen su fuente en Dios. Y esto nos da esperanza y confianza, porque en mi
debilidad, Dios puede hacer maravillas.
Dios nos dice: “Hazte cauce que Yo me haré torrente”. Nuestra vocación es
convertirnos en disponibilidad, en posibilidad confiada. Y Dios actuará.
Además, el resultado no depende de
nuestras manos ni de nuestro esfuerzo, sino que lo ponemos en manos de Dios.
Esto es fuente de Paz y Libertad interior.
Y esto nos permite trabajar desde el sentido de la ineficacia, la clave
del cristiano.
Mi maestro, Jesús, fue un fracasado,
que murió en una colina solitaria, fuera de la ciudad de Alianza y tuvo una
muerte de condenado. ¡Y Dios lo convirtió en piedra angular y salvación del
mundo!
Dios no nos pide éxito en nuestra misión. Nos pide fidelidad, obediencia
confiada, pero el éxito no depende de nosotros. Dios nos libera de tener
que tener éxito.
Nuestra eficacia no es la eficacia del mundo. Es mucho más profunda duradera y fértil. Es la
eficacia al modo de Dios.
Es el servicio del corazón ligero.
Pedro experimentó lo que es vivir desde Jesús, con un
sentido pleno y sustentado por el Amor. Experimentó la diferencia de vivir
habitado por sí mismo, con las posibilidades del hombre desde el hombre (la
carne), a vivir habitado por el Espíritu, con las posibilidades del hombre
desde Dios.
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