martes, 9 de febrero de 2016

Pescando

Catequesis maravillosa de un ejemplo de encuentro y llamada de Jesus. Cuenta el caso de Pedro y sus compañeros y puede contar también nuestro caso. 

Pedro y sus compañeros son simples pescadores. Y el Señor, casualmente, los encuentra y les pide su barca para poder predicar a la multitud. Es Jesús quien toma la iniciativa y sorprende a la persona. Es la persona la que acoge la llamada, confía y pone su disponibilidad.

Tras la misión de predicar, una nueva petición. "Echad las redes de nuevo". Y la persona, de nuevo, confía frente a las apariencias que invitan al desánimo. "Señor, estamos estado bregando toda la noche sin resultado, pero porque tú lo dices, lo haremos"
Palabras poderosas y que resuenan en nuestra propia experiencia: estar toda la noche trabajando, sin resultado. Cada uno en nuestra noche, cada uno en nuestra faena. Y muchas veces no vemos el resultado. Pero ante todo, la esperanza del cristiano, clave de nuestra vida. Esperamos, porque tenemos experiencia de que nuestra esperanza tiene fundamento. Antes lo hemos probado. Probablemente, el fruto de nuestra esperanza no fue el esperado o el deseado, pero Dios acudió en nuestro auxilio y sus planes no fueron nuestros planes. Fueron mejores.

Pedro no tenía experiencia previa de Jesus y sin embargo confió y echó las redes. 

El resultado lo conocemos y la pesca desbordó sus expectativas, sus deseos y sus horizontes. A partir de este acontecimiento refundó su vida, la resituó y vivió fundado en Jesús. 

Estamos en misión y Dios cuenta con nosotros. Estamos en misión, pero el cristiano se sabe actuado por Dios. Por eso sabe que puede hacer mucho más que sus meras capacidades. Esto es la Gracia, las posibilidades del hombre desde Dios (hasta el infinito y más allá), frente a la Carne, las posibilidades del hombre desde el hombre.
Así pues, el carisma y la misión tienen su fuente en Dios. Y esto nos da esperanza y confianza, porque en mi debilidad, Dios puede hacer maravillas.
Dios nos dice: “Hazte cauce que Yo me haré torrente”. Nuestra vocación es convertirnos en disponibilidad, en posibilidad confiada. Y Dios actuará.
Además, el resultado no depende de nuestras manos ni de nuestro esfuerzo, sino que lo ponemos en manos de Dios. Esto es fuente de Paz y Libertad interior.

Y esto nos permite trabajar desde el sentido de la ineficacia, la clave del cristiano
Mi maestro, Jesús, fue un fracasado, que murió en una colina solitaria, fuera de la ciudad de Alianza y tuvo una muerte de condenado. ¡Y Dios lo convirtió en piedra angular y salvación del mundo!
Dios no nos pide éxito en nuestra misión. Nos pide fidelidad, obediencia confiada, pero el éxito no depende de nosotros. Dios nos libera de tener que tener éxito. 
Nuestra eficacia no es la eficacia del mundo. Es mucho más profunda duradera y fértil. Es la eficacia al modo de Dios. 
Es el servicio del corazón ligero.


Pedro experimentó lo que es vivir desde Jesús, con un sentido pleno y sustentado por el Amor. Experimentó la diferencia de vivir habitado por sí mismo, con las posibilidades del hombre desde el hombre (la carne), a vivir habitado por el Espíritu, con las posibilidades del hombre desde Dios. 

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