viernes, 12 de febrero de 2016

Ser amado es gratis :-)

Pues sí, así es el Amor de Dios.
Más hondo que nuestras debilidades, más profundo que nuestros miedos, más fuerte que nuestras defensas.
El Amor de Dios no se puede comprar. Ni con buenas obras, ni con prácticas asiduas...
Eso es una consecuencia de sabernos y sentirnos amados. Nunca un requisito.

El Amor de Dios es gratis y universal, para escándalo, a menudo, de los "justos" o los "buenos".
Y en el fondo nadie es justo ni bueno. Todos estamos atravesados por nuestras debilidades y contradicciones.

Pero lejos de llevarnos a la amargura, al miedo o a la frustración, tener plena consciencia de nuestros fondos oscuros, de nuestro pecado, es una plataforma privilegiada para tomar consciencia de nuestra finitud, de nuestro "no llegamos" y abrirnos de puerta a puerta al Amor insondable e inmerecido, pero regalado, de Dios.

Lo demás, las buenas obras, la fe, la esperanza... será añadidura a este sabernos plenamente amados.
Como nadie, ni siquiera nosotros mismos, nos han amado igual.

Abrazos,

Eduardo


Si alguno quiere venir en pos de mí
Cuaresma y Semana Santa

Lucas 9, 22-25. Cuaresma. Es la Cruz, siempre la Cruz con Cristo, la que garantiza la fecundidad de nuestra misión.
En aquel tiempo, dijo Jesús: "El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día". Decía a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?".



Meditación del Papa Francisco


Este misterio de comunión, que hace de la Iglesia signo del amor del Padre, crece y madura en nuestro corazón, cuando el amor, que reconocemos en la Cruz de Cristo y en el cual nos sumergimos, nos hace amar del mismo modo que nosotros somos amados por Él. Se trata de un Amor sin fin, que tiene el rostro del perdón y la misericordia.
Pero la misericordia y el perdón no deben quedarse en palabras bonitas, sino realizarse en la vida cotidiana. Amar y perdonar son el signo concreto y visible que la fe ha transformado nuestro corazón y nos permite expresar en nosotros la vida misma de Dios. Amar y perdonar como Dios ama y perdona. Este es un programa de vida que no puede conocer interrupciones o excepciones, sino que nos empuja a ir siempre más allá sin cansarnos nunca, con la certeza de ser sostenidos por la presencia paterna de Dios. Este gran signo de la vida cristiana se transforma después en muchos otros signos que son característicos del Jubileo. Pienso en quienes atravesarán una de las Puertas Santas, que en este Año son verdaderas Puertas de la Misericordia. La Puerta indica a Jesús mismo que ha dicho: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”. Atravesar la Puerta santa es el signo de nuestra confianza en el Señor Jesús que no ha venido para juzgar, sino para salvar. Estad atentos que no haya alguno más despierto, demasiado astuto que os diga que se tiene que pagar: ¡no! La salvación no se paga, la salvación no se compra. La Puerta es Jesús y ¡Jesús es gratis! Él mismo habla de quienes no dejan entrar como se debe, y simplemente dice que son ladrones y bandidos. De nuevo, estad atentos: la salvación es gratis. Atravesar la Puerta Santa es signo de una verdadera conversión de nuestro corazón. (Homilía de S.S. Francisco, 16 de diciembre de 2015).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 2.5 España.