Ante la pregunta del doctor de la ley, “¿Y quién
es mi prójimo?”, con el objetivo de identificar quien es su prójimo y quien
no, a quien debe amar y a quien no, diferenciando los “míos” de los “otros”…
Jesús desenmascara el fondo de su pregunta y le
responde… “¿Quién se hizo prójimo del que sufría?”
No es por tanto quién es mi prójimo, sino de quién
me hago yo prójimo.
Ser prójimo no está en manos del que sufre, sino
del que es capaz de hacerse próximo al que sufre.
Y Jesús, como buen Maestro que es, no se queda en
responder la pregunta del doctor de la ley y aprovecha para proponerle y
proponernos una acción en la vida: “Anda y haz tú lo mismo”
¡Abrazos y buenas fiestas del Pilar!
Eduardo
De: Meditación Emaús
Una nueva oportunidad para un
"sí"
Santo Evangelio según San Lucas 10, 25-37. Lunes XXVII del
tiempo ordinario.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un
doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: "Maestro, ¿qué debo
hacer para conseguir la vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Qué es lo que
está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?". El doctor de la ley contestó: "Amarás al Señor tu Dios, con
todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a
tu prójimo como a ti mismo". Jesús le dijo: "Has contestado bien; si
haces eso, vivirás".
El doctor de la ley, para justificarse, le
preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Jesús le dijo: "Un
hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos
ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió
que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De
igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un
samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió
sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su
cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos
denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él y lo que gastes
de más, te lo pagaré a mi regreso’.
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como
prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?". El doctor de la
ley le respondió: "El que tuvo compasión de él". Entonces Jesús le
dijo: "Anda y haz tú lo mismo".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice
en el Evangelio
"Anda, haz tú lo mismo" El mensaje del
cristiano es un mensaje de amor. Pero este amor no es mágico o platónico. No es
un amor que se logra sin esfuerzo. Requiere un trabajo constante, sacrificado,
desprendido. Es, en dos palabras, amor crucificado. Cuesta, pero lo que cuesta
vale. La producción de una mínima cantidad de seda cuesta gran parte de la vida
de una oruga y largos meses de cuidados delicados. Cristo me amó hasta el
extremo dando hasta la última gota de su sangre.
No es posible imaginar una vida entregada a los
demás que no cueste. Y Jesús, en este Evangelio le dice al fariseo, que conocía
la teoría al dedillo: "¡Anda! ¡Haz!". De nada sirve saber qué es lo
que tenemos que hacer si no lo hacemos. Cada día ha de ser un comenzar de
nuevo. Sin duda tendremos altas y bajas. Habrá momentos en que nos dejaremos
llevar por lo más cómodo o por el egoísmo. Pero siempre tendremos una nueva
oportunidad para recoger, limpiar y vestir al que está necesitado.
Nuestros calendarios están llenos de
actividades que apenas nos dejan un momento para respirar, para ver a los ojos
de los demás, para preguntar e interesarnos por aquellos con los que pasamos
gran parte del tiempo. Sin duda muchos de los que pasaron a un lado del
samaritano no se giraron tan siquiera para ver a este pobre hombre. Era un
elemento para el cual no había lugar ni en su agenda ni en su cuenta de gastos.
¿Yo tengo lugar para otro en mi vida? ¿Estoy
dispuesto a decir "no" a mis cosas para decir "sí" a otros?
No importa la respuesta pues toda la vida es una búsqueda y una lucha para
alcanzar este amor perfecto. Sin duda que todos aquellos que pasaron a un lado
del samaritano y dijeron "no" dijeron "sí" en otros
momentos. Podremos haber fallado muchas veces pero siempre hay una nueva
oportunidad.
"Ante este contenido
tan esencial de la fe, la Iglesia no puede permitirse actuar como lo hicieron
el sacerdote y el levita con el hombre abandonado medio muerto en el camino. No
se puede mirar para otro lado y dar la espalda para no ver muchas formas de
pobreza que piden misericordia. Dar la espalda para no ver el hambre, la
enfermedad, las personas explotadas…, es un pecado grave; es también un pecado
moderno, un pecado actual. Nosotros cristianos no nos lo podemos permitir. No
sería digno de la Iglesia ni de un cristiano "pasar de largo" y
pretender tener la conciencia tranquila sólo porque se ha rezado o porque se ha
ido el domingo a Misa.
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2016).
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2016).
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